domingo, 27 de marzo de 2016

Bernie Sanders habla del conflicto palestino-israelí

Bernie Sanders habla del conflicto palestino-israelí

El candidato demócrata Bernie Sanders fue el único candidato que decidió no presentarse en la conferencia de AIPAC. En su lugar, pronunció un discurso sobre política exterior donde esbozó su programa de Oriente Medio en Utah el lunes.

Sanders se comprometió a ser amigable hacia ambas partes, israelíes y palestinos si es elegido presidente, y condenó la continua construcción de asentamientos en Cisjordania, así como los ataques palestinos contra civiles.

"La paz tiene que significar la seguridad para todos los israelíes", dijo el candidato demócrata. "Pero la paz también significa la seguridad para todos los palestinos. Esto significa lograr la libre determinación, los derechos civiles, y el bienestar económico para el pueblo palestino. Paz significa poner fin a lo que equivale a la ocupación del territorio palestino, estableciendo de común acuerdo fronteras y retirando los asentamientos en Cisjordania".

El candidato demócrata expresó su preocupación por la "reciente expropiación" de tierras en Cisjordania, y condenó la decisión del gobierno de Netanyahu a "retener cientos de millones de shekels en ingresos fiscales" de los palestinos. También criticó al presidente palestino para llamar a la "derogación de los Acuerdos de Oslo, cuando el objetivo debe ser el fin de la violencia."

viernes, 25 de marzo de 2016

Ocupación: Israel declara como terreno estatal 2,3 kilómetros cuadrados al sur de Jericó

Ocupación: Israel declara como terreno estatal 2,3 kilómetros cuadrados al sur de Jericó

Esta declaración ha tenido lugar dos meses después de que el Ministerio de Defensa aprobara la apropiación de 1,5 kilómetros cuadrados al sur de esta misma ciudad. El negociador palestino ha reclamado a la comunidad internacional que presione a Israel para que ponga fin a estas confiscaciones de territorios.

Monasterio de la Tentación, Jericó

El Gobierno de Israel ha declarado como terreno estatal unas parcelas de 2,3 kilómetros cuadrados ubicadas al sur de la localidad cisjordana de Jericó, según ha desveló este martes la Radio del Ejército de Israel.

La organización no gubernamental israelí Paz Ahora ha recordado que esta declaración ha tenido lugar dos meses después de que el Ministerio de Defensa aprobara la apropiación de 1,5 kilómetros cuadrados al sur de esta misma ciudad.

"Se trata de una de las mayores declaraciones en los últimos años, y es otra muestra de la política de confiscación de tierras del Gobierno israelí, incluidas aquellas que están más allá de la Línea Verde y la barrera de separación", ha dicho en su comunicado.

Asimismo, ha denunciado que se trata de "una confiscación 'de facto' de tierras palestinas para propósitos de asentamiento", acusando al Gobierno israelí de "echar leña al fuego" y "enviar el claro mensaje a palestinos e israelíes de que no tiene intención de trabajar hacia la paz".

"Benjamin, el primer ministro israelí, demuestra una vez más que la presión de los colonos es más importante para él que deteriorar la situación de seguridad", ha remachado Paz Ahora.

Por su parte, el negociador palestino, Saeb Erekat, ha reclamado a la comunidad internacional que presione a Israel para que ponga fin a estas confiscaciones de territorios.

La comunidad internacional desacredita esta apropiación

El Departamento de Estado de Estados Unidos se ha sumado a las críticas, y su portavoz, John Kirby, ha resaltado que Washington " se opone a cualquier paso para acelerar la expansión de los asentamientos". Asimismo, ha manifestado que la decisión "genera dudas sobre las intenciones a largo plazo de Israel".

Desde octubre alrededor de 190 palestinos han muerto, la mayoría tras intentar atropellar o apuñalar a israelíes, y 30 israelíes han fallecido en ataques perpetrados por palestinos en el marco de la violencia desatada por las restricciones de acceso a la Explanada de las Mezquitas.

Ver:

Jefe de ONU pide a Israel que dé marcha atrás con las ocupaciones en Cisjordania

La OLP condena la apropiación israelí de tierras palestinas en Jericó

Fuente: JM.AR, Lainformacion.com

España: San Sebastián de los Reyes, Sanse pondrá el nombre de 'Palestina' a una de sus plazas

España: San Sebastián de los Reyes, Sanse pondrá el nombre de 'Palestina' a una de sus plazas

Ganemos Sanse y sus socios de gobierno presentarán en el pleno municipal una moción para poner el nombre de “Palestina” a una de sus plazas y que en ella se plante un olivo en apoyo a la lucha del pueblo palestino en defensa de su tierra

Una mujer sostiene a su nieta en el campo de refugiafos de Al Shateaa al norte de Gaza (Palestina) / MOHAMMED SABER (EFE)

La moción explica que el 30 de marzo de 1976 la población palestina convocó una huelga general en protesta por el continuo robo de sus tierras por parte de “los ocupantes sionistas”. El ejército de ocupación "asesinó a siete jóvenes palestinos en las manifestaciones" que acompañaron esa huelga. De esta forma, el 30 de marzo ha quedado marcado como una jornada de reivindicación de los derechos del pueblo palestino y en concreto de su tierra.

Ante la proximidad de la fecha, Ganemos Sanse va a llevar al próximo pleno municipal junto con sus socios del gobierno tripartito una moción en la que se pide que una plaza de Sanse tome el nombre de Palestina. En ella se plantaría un olivo “en conmemoración del día de la Tierra Palestina y en apoyo a la lucha del pueblo palestino en defensa de su tierra” y una placa en recuerdo de los jóvenes manifestantes asesinados.

Si la moción sale adelante quedará instituido que todos los 30 de marzo se desarrolle un acto conmemorativo a favor de los derechos humanos y contra la intolerancia en pro del pueblo palestino.

Fuente: David Guerrero, Cadena Ser

A 13 años que Rachel Corrie ofrendó su vida por defender sus ideales

A 13 años que Rachel Corrie ofrendó su vida por defender sus ideales

Rachel Corrie fue una mujer que dio su vida en defensa de sus ideales, nació el 10 de abril de 1979, y fue una miembro del Movimiento Internacional de Solidaridad (ISM), que viajó como activista pro-palestina a la Franja de Gaza durante la Intifada de Al-Aqsa.

Estudió Ciencias Políticas en Estados Unidos y en 2003 viajó como miembro del Movimiento de Solidaridad Internacional a Gaza. Dos meses después moría aplastada por una excavadora del Ejército israelí cuando intentaba impedir que destruyeran una casa palestina.

Pero la muerte se la llevó a los 23 años, cuando decidió viajar a Rafah, en Gaza, para trabajar con el Movimiento Internacional de Solidaridad (ISM). Activistas palestinos e israelíes crearon el ISM en 2001 para protestar contra las condiciones en los territorios palestinos mediante acciones directas no violentas. El 16 de marzo de 2003, Corrie intentó actuar como escudo humano frente a un hogar palestino cuando murió aplastada por la maquinaria israelí. La versión de los activistas indica que las máquinas escavadoras estaban destruyendo casas, mientras que la israelí señala que estas sólo limpiaban escombros cerca de la frontera con Egipto cuando Corrie y otros manifestantes se acercaron. Las investigaciones militares israelíes concluyeron que se trató de un accidente, pero algunos testigos afirman que fue un asesinato. Imágenes de filmaciones militares, que Bitton obtuvo para “Rachel”, no captan a los manifestantes ni a las máquinas escavadoras en el momento clave. Luego de ser declarada muerta, el cuerpo de Corrie fue llevado a Tel Aviv para una autopsia. Sus padres pidieron la presencia de un funcionario de Estados Unidos, pero la embajada de ese país se negó y nunca explicó el por qué.

“Realmente me duele ser testigo de hasta qué punto consentimos hacer del mundo un lugar horrible. Estoy siendo testigo de un genocidio y me cuestiono todas mis convicciones sobre la bondad de la naturaleza humana…”

“Mi sueño es parar el hambre antes del año 2000. Mi sueño es darles una oportunidad a los pobres. Mi sueño es salvar a las 40.000 personas que mueren cada día. Mi sueño es posible y se hará realidad si todos miramos hacia el futuro…”. Tenía escasamente 10 años cuando Rachel Corrie expresaba así sus deseos en una jornada sobre el hambre en el mundo que celebraron los alumnos de 5º año de su colegio. Desde pequeña fue consciente de que vivía en un mundo privilegiado. Años después cuando viajó a Gaza y vio lo que pasaba allí, decía que los niños americanos no podían imaginar que sucedieran cosas tan terribles a niños de otros lugares del mundo, atormentados por una guerra que hacía que un día pudiesen amanecer sin casa y al otro día sin padres.

Rachel había llegado a la adolescencia con la confusión tan propia de esa edad. La vida tranquila de una ciudad de provincias no era lo que le satisfacía. Eran muchas las preguntas, muchas las inquietudes, mucho el desconcierto que rondaba siempre su cabeza. No le gustaba el mundo que descubría a su alrededor y sentía la necesidad de buscar algo que diera sentido y una orientación a su vida. Fue en esa época cuando visitó Rusia. A raíz de ese viaje empezó a rechazar la cultura consumista, quería “ser distinta de sus hermanos empresarios, emprendedores, licenciados y vestidos ‘estilo Yale’”. Y decidió ser escritora. Todo lo que pensaba Rachel lo sabemos por sus escritos. Ya de pequeña había llenado páginas con lo que veía a través de sus ojos infantiles y, poco a poco, la comunicación con sus padres se fue haciendo más intensa. En las páginas de su diario les expresaba sus ansiedades, la forma en la que entendía la libertad, sus sueños, su concepto del mundo. Poco antes de viajar a Palestina le escribía a su madre: “Quiero escribir y quiero ver. ¿De qué escribiría si me quedara en la casita de muñecas, en el mundo floreado en el que crecí? Te quiero, pero se me ha quedado pequeño lo que me diste”.

Gran parte de su activismo en Rafah fue hacer de escudo humano: dormía en casas de familias palestinas para impedir que las demolieran, se plantaba junto a los pozos de agua para que no los destruyeran o escoltaba a los niños a la escuela. Cuando apenas llevaba unas semanas en la Franja, ya se llevó un susto con una excavadora. Salió con unos niños al paso de un buldócer y la pala no se detuvo: “Nos fue empujando hasta arrinconarnos contra una pared y tuvimos que saltar desde la ventana… ¿Cómo pueden actuar así unos seres humanos?”.

El abismo entre su mundo y el que estaba viviendo era palpable: “Llevo dos semanas y una hora en Palestina y aún no encuentro palabras para describir lo que estoy viendo”. Le parecía sorprendente que los palestinos pudieran mantener alta su humanidad a pesar del horror en el que se habían convertido sus vidas y de la constante presencia de la muerte. “He descubierto una fuerza y una resistencia esenciales en los seres humanos para mantener su humanidad en las circunstancias más terribles, algo que no conocía. Creo que la palabra es DIGNIDAD”.

En sus escritos, Rachel hizo también reflexiones políticas. La responsabilidad la cargaba contra el Gobierno de Israel, no contra el pueblo judío: “El pueblo de Israel está sufriendo y los judíos han vivido una larga historia de opresión. Creo que es importante distinguir con claridad entre la política de Israel como Estado y el pueblo judío. Es fácil, pero existe mucha presión para que se mezclen ambas cosas”.

Para Rachel, la mayoría de los palestinos participaban en una resistencia ghandiana no violenta. Algo que creía titánico después de la situación a la que estaban sometidos: hogares destrozados, fuentes de ingreso destruidas, infraestructuras cerradas. Se preguntaba si nosotros no recurriríamos a algún tipo de violencia si nos echaran de nuestras casas, nos estrangularan nuestro medio de vida y supiéramos que en cualquier momento podían venir a por nosotros los soldados y las excavadoras. Sus escritos muestran cómo el miedo se va apoderando de ella. Una noche durmió en una tienda y relata cómo un disparo la había atravesado. Sus sueños también empiezan a reflejar la violencia que siente todos los días. “He tenido pesadillas con los tanques y las excavadoras rondando nuestra casa y tú y yo estábamos dentro”, le escribe a su madre. Asustada por lo que estaba pasando, Rachel habla directamente de genocidio: “Cuando todos los medios para subsistir en un redil como es Gaza, del que la gente no puede salir, son amputados, creo que a eso se le puede llamar genocidio. Quiero decirle a mi madre que estoy siendo testigo de un genocidio insidioso y crónico”. Como si supiera lo que iba a suceder Rachel les dice “que si los militares israelíes deciden romper con su tendencia racista de respetar a las personas de raza blanca, por favor, achacadlo sin ninguna duda al hecho de que estoy en medio de un genocidio, del que yo indirectamente también formo parte y del que mi Gobierno es responsable en gran medida”.

Rachel Corrie después de haber sido aplastado

La naturaleza exacta de su muerte y la culpabilidad del operador de excavadora ya han sido discutidos en gran medida a través de los procesos judiciales extendidos, con las declaraciones de los compañero del ISM que estaban en el lugar diciendo que el soldado israelí que operaba la excavadora avanzó deliberadamente hacia Corrie, y testigos israelíes diciendo que que fue un accidente ya que el operador de excavadora no podía verla.

Joe Carr, un activista estadounidense del ISM que utiliza el nombre supuesto de Joseph Smith durante su tiempo en Gaza, hizo el siguiente relato: " Todavía con su chaqueta fluorescente, se arrodilló al menos 15 metros por delante de la excavadora, y empezó a agitar sus brazos y gritando, al igual que los demás activistas que lo habían realizado con éxito docenas de veces ese día.... Cuando se acercó tan cerca que se movía la tierra debajo de ella, ella se subió a la montaña de escombros que fue empujada por el bulldozer.... La cabeza y el torso superior estaban por encima de la hoja de la excavadora, y el operador de excavadora y cooperador podían verla claramente. A pesar de esto, el operador continuó hacia adelante, lo que causó que cayera hacia atrás, fuera de la vista del conductor. Siguió adelante, y ella trató de deslizarse hacia atrás, pero fue retirada rápidamente por debajo de la excavadora. Corrimos hacia él, y agitamos los brazos y gritábamos; un activista con el megáfono. Sin embargo, el operador de excavadora siguió adelante, hasta que Corrie fue aplastada debajo de la sección central de la excavadora.”

Una excavadora oruga D9R

El informe sobre los resultados de la autopsia se les negó inicialmente al público por parte de Israel más tarde fueron revelados por Human Rights Watch, que dicen que una copia se les fue proporcionado por Craig Corrie, padre de Rachel, junto con una traducción proporcionada por el Departamento de Estado de Estados Unidos. En el informe que cita el profesor Yehuda Hiss, que realizó la autopsia, de como conclusión que, "su muerte fue causada por la presión en el pecho (asfixia mecánica) con fracturas de las costillas y vértebras de la columna dorsal espinal y escápulas y heridas desgarrantes en el pulmón derecho con hemorragia de las cavidades pleurales".

El ejército israelí llevó a cabo una investigación sobre la muerte de Corrie, que llegó a la conclusión de que su muerte fue un accidente, y que el conductor de la excavadora no pudo ver Corrie debido a la visibilidad limitada de su cabina. Muchos han criticado la investigación como falsa y están indignados por el nivel de negligencia directa mostrada por el conductor y la impunidad que el ejército israelí recibe bajo la ley israelí.

La familia de Corrie ha estado involucrada en batallas legales en curso a través del Tribunal Supremo de Israel en un intento por alcanzar la justicia para Rachel.

Tras los prolongados juicios en un intento por alcanzar la justicia por su hija, la familia Corrie perdió su último recurso en el Tribunal Supremo de Israel el doce de febrero de 2015, que exime al Ministerio de Defensa de Israel de la responsabilidad por las acciones de sus fuerzas que se considera como "Actividad en tiempos de guerra", pero se negó indebidamente evaluar si esas acciones violan las leyes aplicables de los conflictos armados, señaló Human Rights Watch.

Cindy y Craig Corrie, padres de Rachel

Un comunicado de la familia de Corrie, el doce de febrero de 2015 decía: " Hoy hemos recibido la palabra de nuestros abogados que el Tribunal Supremo de Israel rechazó nuestra petición en el caso de muerte por negligencia de nuestra hija y hermana Rachel Corrie. Nuestra familia está decepcionada pero no sorprendida. Nos esperábamos un resultado diferente, aunque hemos llegado a ver a través de esta experiencia cuán profundamente todas las instituciones de Israel están implicados en la impunidad de los militares israelíes".

Human Rights Watch documentó que en las primeras etapas del caso de Rachel, los investigadores israelíes no llamaron a los testigos palestinos, amenazaron con acusar a otros voluntarios extranjeros que fueron testigos de la muerte de Corrie, mientras que cuestionban sobre el incidente, y ni siquiera han formulado testigos para dibujar un mapa de la zona en el momento del incidente. La investigación militar inicial sobre su muerte, incluso llegó a la conclusión de que "no habían signos que corroboran [la] afirmación de que la Sra. Corrie fue arrollada por una excavadora" .

La muerte de Rachel es un recordatorio muy triste y oportuno de que los actos de negligencia e inmunidad que posee el ejército israelí bajo la ley israelí. Sin embargo, la muerte de Corrie aún está en nuestros corazones y no es olvidada. El espíritu que representada en sus acciones junto con su voluntad de asumir la lucha contra la injusticia contra quienes es impuesta por el  régimen sionista será siempre recordada.

Rachel Corrie

Con información de ISM

Fuente: Palestinalibre.org

Israel está cada vez más fracturado por la religión y la política

Israel está cada vez más fracturado por la religión y la política

Un estudio muestra que la mitad de los israelíes están a favor de expulsar del país a los árabes, que conforman el 19% de la población. Tanto los judíos ultraortodoxos como los seculares están ganando terreno a los colectivos más moderados, y la política de asentamientos tiene el apoyo del 62% de quienes se identifican como de derechas

El primer ministro israelí, Benjamin Netanyahu (séptimo por la izquierda), en una celebración del Día de la Independencia. EFE

Israel se está desplazando políticamente muy a la derecha, está más polarizado en el ámbito de la religión y casi la mitad de su población está a favor de “la expulsión o traslado de los árabes”, según una encuesta a gran escala de las actitudes de los israelíes desarrollada por uno de los centros de investigación social más relevantes del mundo.

Entre las conclusiones más llamativas del sondeo, realizado por la prestigiosa institución estadounidense Pew Research Centre, está el hecho de que una ajustada mayoría de los judíos israelíes se muestra “muy” o “bastante de acuerdo” con la idea de que los árabes deberían ser expulsados o trasladados de Israel. Los árabes israelíes suponen el 19% de los 8,4 millones de habitantes del país.

El 21% de los encuestados están “muy de acuerdo” con la propuesta y el 27%, “bastante de acuerdo”, lo que suma un total del 48% de los israelíes judíos a favor del traslado de los ciudadanos árabes. El 46% se opone, mientras que el 6% restante no opina. Además, la encuesta de Pew señala que:

– El 42% de los que han respondido al cuestionario creen que la construcción constante de asentamientos en Cisjordania contribuyen a la seguridad de Israel, frente al 30% que los considera perjudiciales.

– El 79% considera que los ciudadanos judíos de Israel deberían tener un trato preferente respecto a los ciudadanos árabes.

– El 61% cree que Dios entregó Israel al pueblo judío.

Pew entrevistó a más de 5.600 adultos israelíes entre octubre de 2014 y mayo de 2015, incluidos 3.789 judíos, 871 musulmanes, 468 cristianos y 439 drusos. Ha publicado sus conclusiones esta semana.

Polémica por la formulación de una pregunta

La pregunta sobre los traslados pronto generó críticas, por la acusación de estar formulada de manera vaga. Entre los críticos está el premiado sociólogo israelí Sammy Smooha, que dijo lo siguiente al periódico israelí Haaretz: “Aunque está claro que habría que condenar el apoyo a la expulsión y a los traslados, la formulación de la pregunta es confusa y vaga”.

El sociólogo añadió que “la forma en que se presenta la pregunta, la frase ‘para expulsar a los árabes de Israel’, es evasiva e incluso es fácil estar de acuerdo con ella”. El director de investigación religiosa de Pew, Alan Cooperman, defendió la metodología y dijo que la pregunta sobre el apoyo a los traslados era directa y simple.

La investigación identifica las filiaciones políticas de los israelíes. Parece confirmar que se está dando un desplazamiento hacia la derecha. El 55% de los israelíes se consideran a sí mismos en el centro político, el 37% a la derecha y solo el 8% a la izquierda.

En cuanto a la pregunta sobre una paz negociada con los palestinos, en torno al 40% de los judíos israelíes dicen que se puede encontrar la manera de que Israel coexista con un futuro Estado palestino, y un porcentaje similar cree que eso no es posible. Esas cifras han variado relativamente poco en los últimos años. Sin embargo, el porcentaje de árabes israelíes que consideran posible esa convivencia cayeron del 74% en 2013 al 50% en 2015.

Solo los ciudadanos de derechas apoyan los asentamientos

Las respuestas cambian mucho en función de la filiación política del encuestado. Entre los de derechas, el 62% afirma que los asentamientos contribuyen a la seguridad, mientras que solo el 13% de los de izquierdas está de acuerdo. De forma similar, solo el 29% de los de la derecha creen que Israel puede vivir de forma pacífica junto a un Estado palestino, frente al 86% de la izquierda.

El estudio también muestra que Israel se está convirtiendo en una sociedad más polarizada en lo religioso. Tanto los judíos ultraortodoxos como los seculares están ganando terreno a los colectivos más moderados. A pesar de eso, el porcentaje de la población que considera la religión “muy importante” en su vida (30%) sigue estando detrás del de Estados Unidos, donde más de la mitad define la religión como muy importante.

La encuesta llega en un momento de punto muerto entre Israel y Palestina, con una mayor presión internacional para que Israel retroceda en su ofensiva de asentamientos. Entre la minoría árabe de Israel, la mitad de los encuestados afirma que un Estado palestino independiente podría convivir en paz con Israel, lo que supone una caída en picado respecto a sondeos anteriores.

La investigación también muestra un país profundamente dividido en familias religiosas y políticas, en el que los judíos muy religiosos tienden a casarse con personas de sus mismos grupos. Según el estudio, el 95% de los jaredíes (judíos ultraortodoxos) y el 93% de los judíos seculares están casados con alguien del mismo subgrupo, mientras que el 85% de los judíos sionistas tienen un cónyuge también sionista.

La encuesta indica que asuntos como el traslado de “árabes” tienen más apoyo entre quienes se consideran de derechas o religiosos. Entre estos últimos, el 69% de los judíos ultraortodoxos y el 54% de los judíos tradicionales apoyan los traslados y la expulsión, mientras que entre los judíos seculares el 58% se opone a esos traslados y un tercio está a favor.

Traducido por: Jaime Sevilla

Fuente: El Diario.es

Fuente: Peter Beaumont, The Guardian / Blog Los Otros Judíos

Por primera vez en dos décadas, los palestinos acuden a una sala de cine en Gaza

Por primera vez en dos décadas, los palestinos acuden a una sala de cine en Gaza

Las generaciones más jóvenes de la franja disfrutan la reapertura del teatro de la Media Luna.

Los palestinos en la Franja de Gaza disfrutaron de su primera noche en el cine. REUTERS / Mohammed Salem

Los palestinos van por primera vez a un cine comercial tras dos décadas de ausencia del séptimo arte en Gaza, un territorio marcado por las incursiones israelíes el islamismo y las tensiones políticas que llevó a la quema de varias salas.

Las generaciones más jóvenes de la franja pueden experimentar una sensación inédita: la de ir al cine gracias a la reciente reapertura del teatro de la Media Luna Roja palestina (equivalente a la Cruz Roja).

"Nunca había estado en un cine, es la primera vez que veo una película con mis amigos en una sala de verdad. Todo es increíble y diferente, los efectos del sonido, las luces apagadas y cómo el público interactúa con la trama, solo faltaban las palomitas", explicó a Efe Somaya al Hatab, una estudiante de 22 años.

El público entra expectante a la sala de doscientas butacas y a un coste de 10 shekels (2,50 dólares) la entrada, gracias al esfuerzo de un grupo de jóvenes palestinos que apostó por recuperar el cine.

Hussam Salem, productor audiovisual de Ain Media y promotor de la apertura de la sala contó a Efe que estaba habilitada desde 2002, cuando el Consulado francés la creó para proyectar películas en 3D y ahora la han recuperado.

En esos años el cine tenía un importante valor social y servía como plataforma para el visionado de películas sobre la Intifada, la cultura palestina, así como otras cintas de temática árabe.

La Media Luna Roja exhibía una película por semana y solía cosechar gran audiencia, pero con el tiempo la gente perdió el interés debido a circunstancias económicas, psicológicas y sociales, señala el productor.

"Pero ahora y tras un largo período el cine ha vuelto a Gaza", se vanagloria Salem antes de señalar que el principal propósito de esta reconquista de la sala es la de entretener y dar la oportunidad a los palestinos de ver películas con un fuerte mensaje nacionalista.

Los cines comenzaron a proliferar en los años cincuenta, cuando el enclave estaba bajo dominio de Egipto y los residentes acudían a ver películas árabes, occidentales y asiáticas.

Espectadores palestinos ven una película en la sala de la Media Luna Roja en la ciudad de Gaza el 25 de febrero de 2016. REUTERS / Mohammed Salem

Pero con el estallido del primer alzamiento palestino contra la ocupación israelí, la Intifada, a finales de los ochenta, los cines fueron quemados, y pese a que ya bajo la ocupación militar israelí se rehabilitaron algunos, las proyecciones no duraron mucho tiempo.

Al término de ese período y en pleno proceso de paz con Israel en 1993, un grupo de intelectuales reabrió las salas de la franja hasta que la lucha interna entre seculares e islamistas hizo que la mayoría de estos espacios fueran nuevamente incendiados o destruidos en 1996.

Desde entonces la apertura de salas se había convertido en una quimera, por lo que el regreso del cine comercial a Gaza ha sido aplaudido por directores, expertos y amantes del séptimo arte.

"El cine tiene una importancia cultural y de entretenimiento que es muy necesaria para los gazanos" expresó a Efe el director palestino Jalil Almzyan, uno de los organizadores del I Festival de la Alfombra Roja "Gaza Dignidad", que se celebró el pasado año para subrayar la necesidad de la presencia del cine en Gaza.

Fotos Archivo

"En la zona de Shayaíe (barrio al este de Gaza), donde se violaron los Derechos Humanos y se vivieron las peores circunstancias de la guerra y la brutalidad, logramos dibujar una sonrisa en los rostros de la gente con una alfombra roja sobre la que les impulsamos a caminar", comentó.

Las películas se exhibieron en una pantalla grande apoyada sobre los restos derruidos de lo que fue una vivienda.

Junto a los realizadores, el Ministerio de Cultura en Gaza también apoya el resurgimiento de este arte en el enclave costero.

"El cine en Gaza alivia la presión de los gazanos expuestos al bloqueo y a circunstancias económicas y políticas difíciles", aseguró a Efe el director de Arte y Patrimonio Palestino, Atef Ascol.

Fuente: Saud Abu Ramadán, Agencia EFE

La economía palestina no crece desde la firma de Oslo, afirma un estudio

La economía palestina no crece desde la firma de Oslo, afirma un estudio

La economía palestina no ha experimentado ningún crecimiento significativo en los más de 20 años transcurridos desde la firma de los Acuerdos de Oslo (1993-95), aseguró hoy el Aix Group, un foro para la cooperación en el Mediterráneo.

"Nos hemos dado cuenta de que la continuación de esta situación, en la que no hay un acuerdo (de paz), tiene un coste mucho más amplio para el lado palestino", afirmó el profesor Josef Zeira, miembro del Aix Group, durante la conferencia "Economía del conflicto palestino-israelí. El coste del statu quo", celebrada hoy en la Universidad Hebrea de Jerusalén.

El think tank presentó un análisis detallado del escenario que se abrió en la región con los Acuerdos de Oslo, que debían haber conducido al inicio de una "ruta hacia la paz" con un Estado palestino independiente como destino final y cuyo fracaso se constató con el estallido de la segunda intifada en el 2000.

Según Zeira, "todas las esperanzas desaparecieron por completo" al constatar que el PIB en términos de productividad laboral, "el mayor indicador de la economía palestina" ha descendido un 30% en las últimas dos décadas.

Las razones pasan por la falta de acumulación de capital en suelo palestino y una limitada capacidad productiva, reducida por las restricciones de movimiento impuestas por Israel con diferentes medios, como los 584 puestos de control diseminados por la Cisjordania ocupada, dijo el experto israelí.

Durante su ponencia, el académico apostó por la paz como mecanismo para impulsar no sólo la economía palestina sino también la israelí, que en su opinión podría experimentar "un aumento de la productividad de entre un 4.5% y un 13% si se eliminaran costes directos e indirectos que genera el conflicto".

Esto es, entre otras cuestiones, una fuerte inversión en defensa del 6% anual del PIB, las pérdidas de capital humano, el descenso del turismo y las etapas de recesión en las que han derivado hasta la fecha las intifadas o períodos de gran incertidumbre política como la firma de los propios acuerdos.

Su compañero en el Aix Group y antiguo representante del Fondo Monetario Internacional (FMI) en Cisjordania, Karim Nashashibi, explicó que la falta de horizonte político y la ocupación israelí han condicionado las perspectivas económicas de los palestinos.

Estos factores, junto a unos bajísimos índices de crecimiento, desaniman a la inversión y hacen que el paro siga aumentando, alcanzando un 19% en Cisjordania y un 42% en Gaza.

"La Autoridad Nacional Palestina (ANP) debe implementar proyectos estructurales que estén vinculados a su economía" para estimularla, al tiempo que políticamente "tiene que mostrar su voluntad de reintegrar Gaza (bajo su autoridad) porque son complementarios y su separación tiene un alto coste".

Mientras, señala Nashashibi, la comunidad internacional "paga por la ocupación", que también tiene otros costes para Israel.

"Cada vez está más aislado en el mundo, presenciamos un momento de crecimiento de la campaña de Boicot, Desinversión y Sanciones (BDS) contra Israel y los ciudadanos sufren un estigma psicológico", dijo.

"La solución de los dos estados podría ser una fuente de crecimiento no sólo para los palestinos sino también para Israel", concluyó el académico. 

Fuente: Agencia EFE

Corte israelí condena a prisión a siete menores palestinos por tirar piedras

Corte israelí condena a prisión a siete menores palestinos por tirar piedras

Un tribunal israelí condenó hoy a siete menores palestinos a condenas de prisión de entre un año y 39 meses tras declararlos culpables de lanzamiento piedras contra objetivos israelíes, denunció la ONG defensora de derechos humanos Adamir.

El abogado Muhamad Mahmud dijo que fueron condenados por tirar piedras a vehículos israelíes en el barrio de Bet Hanina, en la parte este de Jerusalén, ocupada por Israel desde 1967.

Los menores son tres adolescentes de 14 años, dos de 16, uno de 17 y un séptimo cuya edad no ha sido facilitada.

Saleh Ashraf Ishtayya, de 16 años, fue condenado a tres años y tres meses de prisión, mientras que Muhammad Ahmad Jaber y Murad Raed Alqam, ambos de 14 años, fueron condenados a tres años.

Mientras tanto, Muhammad Na'el Tayeh, 17 años, y Zaid Ayed al-Taweel, de 16 años, fueron condenados a dos años y cuatro meses de prisión, Omar Rani Yaseen, de 14 años, recibió una sentencia de un año, y Yazan Hani Ayoub, era condenado a un año y dos meses de prisión.

Mahmud dijo a la agencia palestina Maan que los siete menores ya han pasado ocho meses en arresto domiciliario.

Los niños fueron detenidos originalmente en junio, antes de que fueran puestos en libertad provisional bajo arresto domiciliario después de pasar dos semanas en el centro de detención en el Complejo Ruso de Israel.

Mahmud añadió que el tribunal sostuvo varias sesiones de audiencia hasta que se anunció la sentencia definitiva, y que se planea apelar el caso ante los tribunales  superiores israelíes.

En respuesta a la sentencia, el jefe del Comité de Jerusalén para los familiares de los presos, Amjad Abu Asab, dijo a Ma'an que la decisión de Israel contra los siete menores era "ilegal e injusta".

Israel agravó los castigos contra palestinos que arrojan piedras a vehículos y trenes cuando comenzó la actual ola de violencia hace seis meses, después de que la primera víctima mortal israelí fuera producto de un accidente a causa de pedradas en una carretera de Jerusalén Este.

Según Adamir, el número de menores palestinos bajo detención israelí se ha triplicado desde el verano pasado, con 450 en prisiones israelíes el pasado febrero.

Fuente: Agencia EFE

Informe: Hermano y hermana en Gaza asesinados por fragmentos de misiles israelíes

Informe: Hermano y hermana en Gaza asesinados por fragmentos de misiles israelíes

Las fuerzas israelíes de ocupación llevaron a cabo un ataque aéreo antes del amanecer en la Franja de Gaza el pasado 12 de marzo que asesinó a dos niños palestinos, Isra y Yassin Abu Khussa, e hirió a un tercer niño de la misma familia.

Los familiares evalúan los daños a la casa de la familia Abu Khusa después de que aviones de combate israelíes bombardearan cercanos  sitios de entrenamiento de grupos armados palestinos.

Aproximadamente a las 2:20 am, tres misiles lanzados desde los F-16 israelíes atacaron campos de entrenamiento de grupos armados palestinos en Beit Lahia, al norte de la Franja de Gaza. En el momento de la explosión, la familia Abu Khussa estaba durmiendo en su estaban durmiendo en su casa ubicada a casi 100 metros (328 pies) al noreste del lugar. Metrallas y rocas destruyeron el techo de la casa, provocando la muerte de Yassin, un niño de 9 años. Los hermanos de Yassin, Isra de 6 y Ayoub de 12 años, también sufrieron lesiones en la cabeza y fueron trasladados al Hospital Shifa. Alrededor de las 2:30 pm, los médicos informaron el fallecimiento de la pequeña Isra debido a sus heridas.

"Me desperté con el sonido de los bombardeos y mi esposa comenzó a gritar “¡Los niños murieron!”,  dijo Salman Abu Khussa a la Defensa de los Niños Internacional - Palestina. "Cuando llegué a la habitación de los niños, tres de mis hijos estaban en el suelo, heridos. Había sangre por todas partes, y los demás estaban gritando".

De acuerdo con funcionarios israelíes, el ataque aéreo fue una respuesta al lanzamiento de cohetes desde Gaza, que aterrizó en áreas abiertas en el sur de Israel el viernes por la noche, sin causar víctimas.

Las muertes de Yassin y de Isra elevó el número de víctimas mortales entre los niños palestinos de la Franja de Gaza a cuatro en los últimos seis meses. El 11 de octubre, un niño y su madre embarazada murieron cuando su casa se derrumbó durante un ataque aéreo israelí antes del amanecer. Su muerte se produjo inmediatamente después de que un niño de 10 años muriera al recibir un disparo de un soldado israelí durante una protesta cerca de la frontera de Gaza con Israel.

También en marzo, las fuerzas israelíes abrieron fuego en el rango de la Escuela Primaria Beit Daján 'A', al este de la ciudad de Gaza, mientras que 500 estudiantes estaban presentes. El 2 de marzo, a las 14.00 horas, una bala perdida rompió una ventana de la clase del tercer piso, pasó a través de las cortinas, y se alojó en una pared, justo encima de la pizarra. Ninguno de los 33 estudiantes presentes en el aula resultó herido.

El Ministerio de Educación y de Educación Superior Palestino condenó el tiroteo.

La escuela está situada a unos 600 metros (1.970 pies) de distancia de la valla fronteriza con Israel. No hay sitios de entrenamiento conocidos de los grupos armados palestinos en las proximidades de las instalaciones de la escuela y no hay otros edificios entre la escuela y la frontera con Israel.

Desde la incursión israelí de 50 días contra Gaza en 2014, que cobró la vida de547 niños, de los cuales 535 murieron como resultado directo de los ataques israelíes, ni un solo responsable ha rendido cuentas por estas muertes.

"Los niños de Gaza son demasiado a menudo víctimas de la actuación del ejército israelí", dijo Ayed Abu Eqtaish, director del Programa de Responsabilidad y Transparencia en DCIP. "Los organismos internacionales deben tomar significativas medidas para lograr la rendición de cuentas para este creciente número de muertes de niños."

Fuente: Brother and sister in Gaza killed by Israeli missile fragments

Copyleft: Toda reproducción de este artículo debe contar con el enlace al originalinglés y a la traducción de Palestinalibre.org

Fuente: Defense for Children International – Palestine / Traducción: Palestinalibre.org

Mueren 16 peregrinos palestinos en choque de bus en Jordania

Mueren 16 peregrinos palestinos en choque de bus en Jordania

Un accidente de autocar se cobró la vida de al menos 16 peregrinos palestinos, incluyendo las nueve personas que quedaron atrapadas bajo el vehículo volcado, en el sur de Jordania, dijeron funcionarios el jueves.

El bus se salió de la carretera a última hora de la noche del miércoles cerca de la frontera entre Jordania y Arabia Saudí, dijo Farid Sharea, portavoz del departamento jordano de Defensa Civil a la emisora de radio Voice of Palestine.

Uno de los pasajeros que resultó herido, Azzah Ibrahim, dijo que recuerda el autocar volcándose. "Algunos de nosotros quedamos debajo del bus, y otros estaban dentro, entre los asientos", explicó desde su cama de un hospital en la ciudad de Maan, a unos 70 kilómetros (45 millas) del lugar del siniestro.

Se empleó maquinaria pesada para levantar el autocar y rescatar nueve cuerpos de debajo del vehículo, agregó Sharea.

Las ventanillas del enlodado bus estaban rotas. Sobre el piso del auto había astillas de cristal, prendas de ropa de los pasajeros y botellas de agua vacías.

Los pasajeros, todos procedentes de Cisjordania, se dirigían a Arabia Saudí para un peregrinaje.

Inicialmente el miércoles, la agencia estatal de noticias jordana Petra reportó que había 14 muertos y 36 heridos. Al parecer, el conductor habría perdido el control del vehículo, agregó.

Durante la noche, la cifra de víctimas mortales subió a 16 personas, entre ellas dos niños, dijo Walid Ruwad, responsable del hospital de Maan.

Bassam Hijawi, funcionario de la embajada palestina en Jordania apuntó que cinco pasajeros heridos graves fueron trasladados en helicóptero a la capital del país, Amán. Otras tres personas, también en estado grave, fueron evacuadas a un centro en la ciudad portuaria de Aqaba, en el mar Rojo, dijo a Voice of Palestine.

Ver: Abás declara jornada oficial de luto por muerte de 16 palestinos en Jordania

El periodista de The Associated Press Mohammed Daraghmeh, en Ramala, Cisjordania, contribuyó a este despacho.

Fuente: Agencia The Associated Press

Árabes piden a la ONU frenar las colonias israelíes en territorios ocupados

Árabes piden a la ONU frenar las colonias israelíes en territorios ocupados

La Liga Árabe pidió hoy a la ONU que la comunidad mundial frene la construcción y ampliación de asentamientos israelíes en los territorios ocupados palestinos porque suponen "una verdadera amenaza a la paz y seguridad".

En un comunicado, la organización panárabe instó a la comunidad internacional a no sólo emitir condenas, sino también adoptar "las debidas medidas jurídicas para obligar al Gobierno israelí a cesar la práctica de esta política y las graves violaciones a los derechos del pueblo palestino".

"Las autoridades israelíes de ocupación expropiaron el martes pasado extensas superficies de tierra en Cisjordania, cerca del mar Muerto y la ciudad de Jericó", señaló la nota difundida por el departamento de Asuntos Palestinos y Territorios Árabes Ocupados de la Liga.

Esta decisión, indicó, confirma la intención israelí de ampliar el cinturón de colonias judías que divide en dos Cisjordania, y que comienza desde el oeste de Belén, pasando por Jerusalén este, y termina en un asentamiento judío ubicado en la zona de Jericó.

La Liga Árabe consideró que está política es una nueva prueba de que Israel desea erradicar a los palestinos de sus tierras, de acuerdo a "un plan sistemático" para destruir la iniciativa de la solución de los dos Estados.

Esa fórmula busca la creación de un Estado palestino independiente, con su capital en Jerusalén este, que conviva en paz y seguridad junto al Estado de Israel.

Por su parte, el portavoz del Ministerio egipcio de Asuntos Exteriores, Ahmed Abuzeid, dijo en un comunicado que las expropiaciones israelí de territorios ocupados palestinos para la construcción de colonias judías son unas "medidas ilegales e ilegítimas".

"Esas prácticas socavan todos los esfuerzos que se despliegan para reactivar el proceso de paz palestino-israelí y el cumplimiento de la solución de los dos Estados", agregó el portavoz.

El secretario general de la Organización para la Liberación de Palestina (OLP), Saeb Erekat, condenó ayer la resolución israelí de convertir en "tierra estatal" de Israel 230 hectáreas en Jericó, al este de Cisjordania.

En enero de este año el Ministerio de Defensa israelí aprobó declarar 150 hectáreas del área del Valle del Jordán como "tierra estatal", un dictámen que se haría efectivo pasadas unas semanas y que en ese momento fue calificado por Erekat de "robo de tierras palestinas" para las colonias judías.

La ONG israelí Shalom Ajshav (Paz Ahora) citó hace dos días a la emisora de radio del Ejército israelí para informar de que la decisión del Ministerio israelí se implementó el pasado 10 de marzo, coincidiendo con la visita del vicepresidente estadounidense, Joe Biden, a la región.

"Sin embargo, el tamaño de las tierras es mayor del que fue publicado en enero e incluye 2.342 dunams (234 hectáreas)", aseguró la organización y la tachó de "confiscación para la expansión de los asentamientos (judíos) próximos, así como para proyectos de comercio y turismo gestionados por colonos".

El secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, urgió el martes a Israel a dar marcha atrás a su decisión y recordó que los asentamientos son "ilegales".

Fuente: Agencia EFE

Extracto del libro, 'La Palestina de las ONG', entre la resistencia y la colaboración

Extracto del libro, 'La Palestina de las ONG', entre la resistencia y la colaboración

«Resistir» o «colaborar». Estos parecen, a primera vista, los términos de la alternativa impuesta a la población de los territorios palestinos ocupados. Los palestinos se dividirían así en dos bandos definidos por sus relaciones con la potencia ocupante y por su participación -o no- en la lucha de liberación nacional.

La historia de Hicham al-Rakh, oficial de las fuerzas de seguridad palestinas, invita a relativizar esa división e incluso a volver a cuestionarla. Este joven, a quien conocí en 2008 durante mi trabajo de tesis, formaba parte entonces de los cuadros locales de la seguridad preventiva, uno de los múltiples servicios palestinos de seguridad cuyas atribuciones están próximas a las de una policía política. En palabras de uno de sus dirigentes la seguridad preventiva se encarga de «la vigilancia de los partidos políticos, de las organizaciones y de la población palestina con el fin de que el Gobierno pueda gobernar» (1). Hicham era responsable de la vigilancia de Hamás en la zona (ciudad, campo de refugiados y pueblos) y unos meses antes se había distinguido por interponerse entre un comando palestino armado y un oficial israelí que se había extraviado en Jenín impidiendo que este último fuese secuestrado y devolviéndolo sano y salvo a las autoridades israelíes. Cuando me enteré de este episodio deseé conocerle. El contraste entre su actitud y la de los grupos que en aquel momento retenían a Gilad Shalit en Gaza me pareció revelador de dos posturas entonces irreconciliables: resistir o colaborar.

Mientras Hicham me narraba su infancia y su adolescencia, su condición de refugiado, los enfrentamientos, los lanzamientos de piedras en la Primera Intifada, las detenciones, los amigos caídos bajo las balas del ejército de ocupación, la destrucción de su casa durante la invasión del campo de Jenín en abril de 2002, me preguntaba cómo era posible que finalmente eligiera unirse a las filas de un servicio que no oculta su cooperación diaria con las fuerzas de ocupación. Según confiensan sus propios responsables la seguridad preventiva, en efecto, está en contacto permanente con los que denominan «sus homólogos israelíes» para intercambio de información y ficheros, para «operaciones conjuntas», coordinación durante las incursiones militares, etc. Por lo tanto, desde el punto de vista estructural, este servicio está en una lógica de colaboración abierta y no es casualidad que sus dirigentes «históricos» Mohammad Dahlan y Jibril Rajoub sean conocidos en los territorios palestinos como «excelentes contactos» con el ejército israelí –según sus partidarios- mientras sus adversarios no dudan en calificarlos de «traidores», «vendidos» o «colaboracionistas».

Inevitablemente la conversación con Hicham se orientó hacia sus funciones en la seguridad preventiva y sin pudor me explicó en qué consistía su «trabajo»:

Estamos ahí para vigilar a todos los que se oponen a la construcción de la Autoridad Palestina y del Estado palestino, a todos los que obstaculizan el proceso de paz. Para vigilarlos y también para combatirlos si es necesario. Mi trabajo es reunir el máximo de información sobre Hamás, sobre sus miembros, sobre las asociaciones vinculadas… Hemos investigado a lo largo de los años y hemos elaborado expedientes de cada miembro y cada asociación de Hamás. ¿Qué hacen?, ¿tienen armas?, ¿de dónde viene su dinero?, ¿cómo lo emplean? Yo puedo decírtelo: en Jenín Hamás está controlado. Después de lo que ocurrió en Gaza (2) lanzamos una gran operación contra él exigiendo que depusiera las armas. En un año detuvimos a varios centenares de miembros de Hamás, aquí en Jenín, pero los soltábamos rápidamente cuando aceptaban darnos sus armas y se comprometían a no adquirir otras. Por lo tanto puedo decirte que están controlados.

Y añadió con respecto a sus «homólogos israelíes»: «por supuesto tenemos conexiones con ellos, tratamos de coordinarnos. Les interesa que hagamos nuestro trabajo». Por otra parte, precisa relatándome la historia del oficial israelí perdido y salvado gracias a su intervención, «las autoridades israelíes me agradecieron el gesto y se comprometieron a no volver a detenerme».

Entonces me sentí obligado a plantear la cuestión que me obsesionaba: «Hace 20 años lanzabas piedras a los soldados, ahora proteges a un oficial israelí… ¿Cómo explicas esta evolución?» Recuerdo con precisión el silencio que siguió y las dudas, incluso los miedos que me asaltaron, ¿al señalar las contradicciones obvias de su trayectoria no estaba simplemente acusándole, apenas veladamente, de haber cambiado de chaqueta y haberse pasado al bando del ocupante? Pero Hicham estalló en una gran carcajada y me explicó que era una pregunta extraña, la respuesta era evidente: «Quiero la paz para mi pueblo. Quiero hacer la paz con Israel. Lancé piedras, como todos los jóvenes de mi generación, para que las tropas de la ocupación se fuesen y nos dejasen tranquilos. En la actualidad cuando los palestinos lanzan piedras a los israelíes la respuesta es terrible. Ahora son mucho más fuertes con sus aviones y sus tanques. Atacarlos solo nos causará todavía más problemas. Aquí destruyeron el campo en 2002. Mataron a decenas de personas. Eso tiene que acabar. Por lo tanto hay que impedir que hagan lo que quieren, lo primero disparar. Para conseguir la paz es necesario que reinen la ley y el orden. Hacer que se respeten las leyes, ese es mi trabajo. Y continuaré haciéndolo aunque a algunos no les guste. De esta forma contribuyo a la construcción de la Autoridad Palestina y el Estado palestino.

Al leer esas líneas podría surgir la tentación de pensar que Hicham reconstruyó, a posteriori, una coherencia en una trayectoria caótica y contradictoria, en otras palabras, que renunció a la lucha por la liberación nacional y se alineó con el bando colaboracionista. Pero no era eso. Su respuesta fue totalmente sincera y en el curso de los meses que siguieron a esta entrevista oí a varias decenas de militantes de su generación emplear más o menos los mismos términos. Son los chicos de la intifada de 1987, los jóvenes militantes que arriesgaron sus vidas lanzando piedras a las tropas de la ocupación y sufrieron cotidianamente las cárceles israelíes quienes consideraron que los acuerdos de Oslo (1993-1994) fueron su victoria y a continuación se unieron a las filas de la Autoridad Palestina, a menudo en las fuerzas de seguridad. Sueldo, reconocimiento social, lealtad al «viejo» (Yasser Arafat), orgullo de construir el futuro Estado palestino y por lo tanto la independencia: muchas motivaciones que les convencieron para renunciar al enfrentamiento directo con el ocupante y dedicarse a la construcción del aparato del Estado. En palabras de un colega de Hicham la continuidad entre sus actividades anteriores y posteriores a Oslo se resume en una palabra: la «dignidad». Dignidad en primer lugar levantándose contra las fuerzas de ocupación y dando a conocer al mundo la suerte de los habitantes de Cisjordania y Gaza. Dignidad, después, demostrando que los palestinos merecen un Estado, que son aptos para autogobernarse, incluyendo en especial el mantenimiento del orden en las zonas evacuadas por el ejército israelí. Dignidad, finalmente, negándose a responder a la violencia con violencia y continuando con la defensa de un ideal de paz y coexistencia a pesar de la permanencia de la ocupación israelí.

Aunque en otros escritos califiqué a la Autoridad Palestina de «pseudoaparato de Estado integrado en el dispositivo de la administración colonial» (3) nunca logré considerar a Hicham, individualmente, un colaboracionista, pero no era el caso de todo el mundo en Jenín, Hicham al-Rakh fue asesinado por un comando palestino armado el 5 de septiembre de 2012.

«Resistir» y «colaborar» en los territorios palestinos

Casi 50 años de ocupación militar han generado, sin sorpresa, movimientos de resistencia y movimientos de colaboración entre la población palestina. Como todas las poblaciones sometidas a ocupación extranjera –los franceses tienen motivos para saberlo bien- los palestinos de Cisjordania y Gaza nunca han sido un «todo» homogéneo en sus relaciones con la potencia ocupante. Atravesada de contradicciones, al contrario de la imagen tópica conducida por algunos círculos dirigentes del movimiento nacional palestino o por ciertos sectores del movimiento de solidaridad, la sociedad palestina no es una colectividad unánimemente resistente dentro de la cual todas las personas estarían dispuestas a renunciar a cualquier comodidad cotidiana en nombre de la lucha por una futura liberación. Y aunque esa voluntad de ganancias materiales y simbólicas no implica necesariamente una colaboración directa con el ocupante, sí constituye la base sobre la cual puede construirse el edificio de la colaboración.

Como todas las potencias coloniales/ocupantes el Estado de Israel ha intentado construir una extensa red de colaboradores entre la población autóctona, no solo para recabar información útil para combatir a los movimientos de resistencia, sino también para facilitar la administración cotidiana de los territorios ocupados. Mi intención aquí no es describir o analizar en profundidad esos mecanismos de control, sino señalar esta evidencia muy a menudo olvidada: la vida de un pueblo bajo ocupación no se resume en la resistencia a la ocupación, sino que se organiza en torno a una relación compleja y dialéctica entre la lucha por la liberación y la consecución de espacios dentro del dispositivo de la ocupación. La resistencia no es una meta en sí, sino un medio para liberarse de la opresión y de la represión. Y cuando este objetivo parece muy lejano, o incluso inalcanzable, muchas personas tienden a acomodarse en la ocupación y a mejorar su día a día renunciando al enfrentamiento directo con la potencia ocupante.

Entre la resistencia inflexible y la colaboración asumida existe una amplia «zona gris», una gran variedad de actitudes imposibles de clasificar de forma simplista y definitiva, con mayor motivo en la medida en que dependen ampliamente de las modificaciones de las relaciones de fuerza entre Israel y el movimiento nacional palestino y en ese sentido sometidas a variaciones permanentes. Entre la minoría de activistas políticos intransigentes y la minoría de colaboradores directos una mayoría de palestinos se mueve en un espacio que sirve –voluntariamente o no- de fuerza de apoyo a una de las minorías que compiten en función de la evolución de múltiples factores, ya se trate de la situación económica en los territorios ocupados, de las estrategias del movimiento nacional y de la potencia ocupante, de los procesos de renovación generacional o de las evoluciones de las relaciones de fuerza internacionales.

La excepcional duración de la ocupación israelí ha reorganizado ampliamente a la sociedad palestina y las dinámicas que la atraviesan, por lo tanto solo podemos tomarlas en la medida en que se producen dentro del contexto de la ocupación. Pero eso no significa que haya que observar el conjunto de las acciones palestinas únicamente a través del prisma de la lucha de liberación nacional. Existe, en efecto, una tendencia a la «hiperpolitización» de la lectura de las realidades palestinas que consiste en juzgarlas –y clasificarlas- solo en la medida de su inscripción (o no inscripción) en el bando del combate político contra la ocupación. Esa lectura no solo es rígida en cuanto que tiende a ignorar las subjetividades y los cambios de contexto proponiendo definiciones (ilusoriamente) «objetivas» de la colaboración y de la resistencia, sino que además es errónea porque da un sentido equivocado a los comportamientos de un grupo nacional en el cual, como en todas partes, las relaciones sociales son complejas y no pueden resumirse en una sola forma de interacción. En otras palabras, sino nada puede explicarse sin la ocupación, tampoco puede explicarse todo por ella.

Conocí un ejemplo impactante de esa hiperpolitización en mayo de 2015 cuando moderaba un debate tras la proyección de una serie de cortometrajes en el marco de un festival de cine palestino organizado en París. Para algunos espectadores era difícil admitir que varias de aquellas películas no se fijasen el objetivo de «denunciar la ocupación» sino que se limitasen a «contar historias» de las que la ocupación parecía ausente. Llegaron incluso a acusar a algunos realizadores (llegados de Gaza) de dar una visión deformada, embellecida e incluso ingenua de las realidades palestinas «haciendo el juego» al ocupante israelí. Más allá de la torpeza y a veces el paternalismo de este tipo de expresiones, esas afirmaciones son el ejemplo de la tendencia a considerar que la sociedad palestina se reduce a su condición de sociedad bajo ocupación extranjera y que el conjunto de sus actividades, incluidas las culturales, deben tomarse únicamente desde el punto de vista de su utilidad inmediata en el combate por la liberación.

Obviamente este ejemplo no agota por sí mismo la tendencia a una lectura binaria de la realidad palestina, pero ilustra los puntos ciegos: en Cisjordania y en Gaza se puede estar o actuar contra la ocupación, al servicio de la ocupación y también a pesar de la ocupación, tres actitudes que no pueden definirse solo con criterios «objetivos» (su sitio en el dispositivo de la administración colonial), sino también por su relación dinámica con proceso de emancipación nacional. Así vemos, por ejemplo, a palestinos que a partir de 1967 aceptaron un salario por ejercer funciones diversas como profesores, personal sanitario o agentes de policía en instituciones dirigidas por la potencia colonial. ¿La motivación principal de unos y otros era aceptar «trabajar para el ocupante» o al contrario estar al servicio de la población palestina, mantener una apariencia de vínculo social o incluso preparar a las generaciones futuras para la lucha? ¿Sirvieron «objetivamente» a la causa palestina u «objetivamente» sirvieron a la ocupación israelí? ¿Y qué pasa con los trabajadores palestinos que todavía hoy trabajan en las zonas industriales de las colonias de Cisjordania o los que trabajan en la construcción en empresas israelíes y reciben un sueldo por construir las colonias? ¿Se les puede calificar de colaboracionistas por vivir de la ocupación? ¿O son simples asalariados que por necesidad no tienen más remedio que aceptar el trabajo de las empresas israelíes? Todos entenderán que es imposible dar una respuesta unilateral a estas preguntas y no es ninguna sorpresa comprender que en función de la intensidad de la lucha y de la violencia de la represión los posicionamientos con respecto a comportamientos idénticos han ido variando por parte de los habitantes de los territorios ocupados.

Así, aunque los abogados palestinos hicieron huelgas masivas rechazando reconocer la legitimidad de las instituciones judiciales israelíes y la legislación militar vigente en los territorios ocupados, no ha pasado lo mismo entre los agentes de policía o los maestros, que no convocaron huelgas «políticas» de amplitud más que a partir de la Primera Intifada (diciembre de 1987). Es lo mismo con respecto a los impuestos exigidos por la potencia ocupante a partir de 1967: aunque nunca hubo un consentimiento real por parte de la población palestina y a menudo se ha pagado de forma aleatoria, el rechazo colectivo a pagar el impuesto, como fue por ejemplo el caso en 1988-1989 en el pueblo de Beit Sahour, próximo a Belén, representa la excepción y no la regla. Otro ejemplo fue la abstención en las elecciones municipales organizadas por Israel en los territorios ocupados, cuando en 1972 la Organización para la Liberación de Palestina (OLP) llamó a un boicot generalizado de las elecciones que según ella conferirían una legitimidad a la ocupación y cuatro años después la OLP apoyó a los candidatos nacionalistas, que ganaron dos tercios de los municipios (parte de ellos fueron destituidos y algunos incluso expulsados por las autoridades israelíes).

Así pues la «zona gris» mencionada arriba es vasta y móvil. Y únicamente un estudio minucioso de las condiciones concretas en las que se desarrolla una práctica o una actividad permite situarla en las dinámicas más generales que atraviesan la sociedad palestina y en sus complejas relaciones con el dispositivo global de la ocupación. El dispositivo se entiende aquí en el sentido «foucaltiano» del término, es decir, como un « un conjunto decididamente heterogéneo que comprende discursos, instituciones, instalaciones arquitectónicas, decisiones reglamentarias, leyes, medidas administrativas, enunciados científicos, proposiciones filosóficas, morales, filantrópicas. En resumen, los elementos del dispositivo pertenecen tanto a lo dicho como a lo no dicho » (4), dentro del cual una misma acción puede tener, según los contextos y según la escala de temporalidad elegida, resultados muy diferentes e incluso contradictorios. En otras palabras, salvo que se escoja deliberadamente la opción de focalizarse en comportamientos individuales o colectivos minoritarios (resistencia intransigente y colaboración directa) y por lo tanto se limite estrechamente el análisis, es imposible comprender la complejidad de las relaciones palestinas si intentamos –voluntariamente o no- encerrarlas en la alternativa binaria resistencia/colaboración.

La Palestina de Oslo

Esta constatación es más auténtica desde 1993-1994 y la entrada en el «proceso de Oslo», que tuvo como principal consecuencia la constitución de una administración palestina en los territorios ocupados encargada (teóricamente) de la gestión de la población palestina y prometía (ilusoriamente) ser el primer jalón de un futuro Estado. El establecimiento de esa administración, la Autoridad Palestina (AP, su verdadero nombre «Autoridad de Autogobierno Provisional»), modificó así el dispositivo de la ocupación y por lo tanto las relaciones entre las poblaciones de Gaza y Cisjordania y las autoridades israelíes. Hay que señalar que hablar de «modificación» no implica ninguna apreciación y ningún juicio en cuanto a los hipotéticos efectos positivos y/o negativos del establecimiento de la AP y más generalmente en cuanto a las consecuencias concretas que el proceso de Oslo tiene desde el punto de vista de los intereses nacionales de los palestinos. Tendremos ocasión de volver más ampliamente sobre estas cuestiones en el libro y aquí me conformo con señalar un punto esencial: en la medida en que la ocupación continúa a pesar del desarrollo de una administración autóctona, y teniendo en cuenta el hecho de que esta última está en una relación de subordinación a la potencia ocupante, la población de Cisjordania y Gaza no se emancipa de la tutela israelí aunque esta se convierta, por diversos aspectos, en indirecta.

En otras palabras, a pesar de la creación de estructuras «autónomas», la vida de los palestinos permanece sometida a la voluntad y las decisiones israelíes y en realidad son los márgenes de maniobra dentro del dispositivo de la ocupación los que se modifican sin que el propio dispositivo se tambalee realmente. A lo largo del tiempo, fuesen las que fuesen las ilusiones o las esperanzas de ciertos actores palestinos, el proceso de Oslo ha demostrado que no era una etapa hacia el final de la ocupación, sino una reorganización de la misma. La integración, tanto económica como territorial y la de la seguridad de la administración palestina en la arquitectura de la ocupación ha impedido estructuralmente a dicha administración convertirse en un instrumento para luchar contra la potencia ocupante. Se podría decir por lo tanto que la AP no se construyó contra la ocupación, sino a pesar de la ocupación, un proceso que culminaría con la política del primer ministro Salam Fayyad, en su puesto en Cisjordania de 2007 a 2013 y su proyecto «voluntarista» (que algunos calificaron, con razón, de quimérico) de construcción de facto de las infraestructuras de un Estado palestino independiente en desafío de la continuación de la ocupación israelí.

La AP nunca ha podido ser más que una entidad intermediaria entre los palestinos de Cisjordania y el Estado de Israel y sus estructuras administrativas y militares encargadas de los territorios ocupados. Al hacerlo se convirtió en el centro en torno al cual se reorganizan el conjunto de las fuerzas sociales preexistentes, ya se trate de facciones políticas, estructuras familiares o de clanes, asociaciones, ONG, sindicatos e incluso del sector privado. Esas fuerzas sociales, que hasta entonces se hallaban en un enfrentamiento directo con la potencia ocupante, fueron obligadas a suavizar las relaciones con un centro político-administrativo convertido rápidamente en insoslayable y a asistir a un desplazamiento de los vínculos del poder y de la protesta y más generalmente a una reorganización del escenario político y social palestino. De esta forma las categorías de «resistencia» y «colaboración» se redefinieron profundamente, igual que el abanico de las actitudes y las acciones que constituían la «zona gris», en la medida en que el discurso que se convirtió en dominante en la dirección del movimiento nacional palestino «histórico» consistió en afirmar que desde entonces la independencia pasaba por la negociación y la cooperación y no por el enfrentamiento directo con el Estado de Israel.

Este cambio de paradigma no está libre de fricciones y confusión. Los combatientes armados, glorificados en los años 70, se convierten en adversarios de la causa nacional a los que hay que neutralizar, bien arrestándolos o integrándolos en el aparato del Estado en construcción. Desde entonces asistimos al reciclaje de los antiguos oficiales y los antiguos comandos palestinos en los diversos órganos de seguridad con el fin de llegar, según la fórmula explícita de un cuadro de la seguridad preventiva, a «convertir a los combatientes en policías» (5). Los que rechazaron este enfoque fueron sometidos inmediatamente a la marginación política y social, cuando no fueron simplemente víctimas de la represión directa de la AP. Al mismo tiempo las figuras acusadas antes de colaboración con el ocupante, como algunos alcaldes nombrados por Israel en sustitución de los alcaldes nacionalistas destituidos, fueron mantenidas en sus funciones por la dirección de la AP, deseosa de dar garantías a Israel y de no alinearse con ciertos notables locales (6). Tras las elecciones primarias de Fatah previas a las primeras elecciones legislativas (1996) la dirección de Arafat no dudó en ir en busca del voto de los militantes y «reemplazar» a los cuadros reconocidos por su activismo antiocupación por personalidades más conciliadoras y menos subversivas.

La ya compleja configuración que impedía clasificar estrictamente a los palestinos en «resistentes» y «colaboradores» se vuelve entonces más confusa: si la única vía posible hacia la independencia era desde aquel momento la cooperación con Israel y/o el esfuerzo en la construcción de la «paz», entonces cambian las reglas del juego y la «zona gris» se modifica y se extiende. Poco a poco la acción política (en el sentido militante) se desvaloriza en favor del esfuerzo en el «proceso de paz», bien uniéndose directamente al aparato del Estado o contribuyendo al establecimiento de actividades o estructuras que apoyen el proceso. En todos los ámbitos (económico, social, cultural, educativo, etc.) nacen proyectos conjuntos israelíes-palestinos destinados a promover la «coexistencia entre los dos pueblos». Además asistimos a un desarrollo exponencial de las estructuras palestinas procedentes de la «sociedad civil», el primer lugar las ONG (7). Así, en el año 2000 se estimaba que casi el 40% de las ONG palestinas registradas en Cisjordania y en la Franja de Gaza (8) se crearon después de 1994. Estas estructuras se hallan en el centro de la nueva «zona gris» creada por el proceso de Oslo: ni órganos de lucha directa contra la ocupación (9) ni estructuras colaboradoras con el Estado de Israel (que no los apoya ni los subvenciona), se convierten en un terreno ocupado al mismo tiempo por los militantes, que lo ven como un sustituto de la actividad política ahora desprestigiada, y por los «técnicos» que ven la oportunidad de hacer carrera ofreciendo su experiencia a generosos proveedores de fondos.

¿Son las ONG signos de la despolitización que siguió a Oslo?

Se entendería así: No se puede considerar que las ONG palestinas se encuentren dentro de una lógica necesariamente resistente y tampoco se puede considerar que se hallen en una lógica necesariamente colaboradora. La primera de esas tesis querría que las ONG, en la medida en que contribuirían –las ONG de desarrollo- a mejorar las condiciones de vida de los palestinos y –las ONG de derecho- a informar al mundo de los efectos concretos de la ocupación, serían una ventaja para la causa palestina. La segunda tesis, por el contrario, querría que las ONG, en tanto que tendrían como papel esencial mitigar los efectos de una ocupación y una colonización mantenidas, servirían de hoja de parra a estas últimas y reforzarían al Estado de Israel borrando todos o parte de los efectos de su política.

Esas dos visiones aparentemente opuestas llevan cada una su parte de verdad. Y precisamente por esta razón considero que esta falsa alternativa, aunque obviamente permite cuestionar y analizar en parte en papel de las ONG, no permite cuestionar correctamente su lugar y su función en el marco del proceso de Oslo. Porque de eso trata esta obra: de estudiar las trayectorias de las ONG palestinas durante los «años de Oslo» para comprender mejor la evolución de la cuestión palestina. Las ONG se sitúan en una encrucijada de temáticas y problemáticas múltiples, ya se trate de las modificaciones del campo político palestino, de la emergencia de nuevas capas sociales cuya supervivencia material y simbólica depende de la continuación del «proceso de paz» -aun cuando estuviera condenado al fracaso-, de la creciente influencia de los proveedores de fondos en las decisiones palestinas, del sometimiento a tutela de los habitantes de Cisjordania y Gaza o también de la ofensiva ideológica dirigida a cambiar la imagen de los palestinos de un pueblo con derechos a individuos con necesidades.

Nos dedicaremos, pues, a exponer y analizar la evolución del panorama de las ONG palestinas desde 1993-1994 y la entrada en el «proceso de paz» comparando sus funciones y actividades con las que tenían durante el período denominado de la ocupación (1967-1987) y observando su integración y su papel dentro del dispositivo de Oslo. El fracaso político del «proceso de paz» ha conducido a numerosos actores –tanto internacionales como locales- a sustituir la perspectiva de una solución del «conflicto» por políticas asistenciales destinadas a atenuar los efectos de la ocupación israelí, tanto por medio de la ayuda de urgencia como por la ayuda al desarrollo. Porque aunque la AP fue la principal beneficiaria de esas ayudas y protagonista en el intento de estabilización de los territorios palestinos, a pesar de la ausencia de una solución política, las ONG contribuyeron ampliamente -y siguen contribuyendo de forma concreta y simbólica- a mantener la fábula de Oslo y la ilusión de la existencia de un «proceso de paz» mientras este se halla desde hace muchos años en estado de muerte clínica.

Obviamente las ONG no son las principales responsables del fracaso del proceso de Oslo y las posiciones que se expresan aquí y que se desarrollarán en esta obra en ningún caso son juicios de valor contra los militantes y trabajadores de dichas ONG. Se trata, al contrario, de considerar que las ONG alimentan el «proceso de paz» tanto como se alimentan de él y que el lugar que ocupan en el dispositivo de Oslo es revelador de las modificaciones de la «zona gris» señalada arriba. Una «zona gris» que se define cada vez más como el lugar donde se organizan las disposiciones de la ocupación –sean individuales o colectivas- y que, con mayor razón en un período de crisis histórica del movimiento nacional palestino tanto en términos de encuadre como de estrategia y perspectivas políticas, tiende a extenderse y a ahogar la lucha directa contra la potencia colonial. Dentro de esta «zona gris» se desarrolla lo que los militantes palestinos denominan tendencia a la «normalización» de la ocupación, que no se confunde con la colaboración en tanto que la normalización no implica colaboración directa con el ocupante, sino proyectos y acciones que consideran la ocupación un hecho consumado con el que hay que convivir.

En última instancia la normalización participa del fenómeno general de despolitización de la sociedad palestina entendida como un proceso de retirada progresiva del combate político nacional en beneficio de estrategias de supervivencia, individuales o locales, situándose fuera de cualquier proyecto de emancipación colectivo. Las causas de esta despolitización son numerosas, algunas de ellas se recordarán en las páginas siguientes. Y aunque la primera responsable es la potencia ocupante y sus apoyos, las élites palestinas, ya sean políticas, económicas o sociales, también han contribuido. El estudio de las trayectorias de las ONG palestinas desde los acuerdos de Oslo permitirá comprender mejor ese doble proceso de normalización/despolitización y abarcar mejor los desafíos a los que hoy se enfrentan los palestinos y las personas que en las cuatro esquinas del mundo están a su lado. El autor de estas líneas mantiene el convencimiento de que la lucha por Palestina sigue siendo una cuestión estructural a escala internacional que condensa y cristaliza dinámicas que sobrepasan con mucho el enfrentamiento entre Israel y los palestinos: entender palestina continúa siendo, un poco, entender cómo va el mundo.

Notas:

(1) Entrevista a Jihad Abu Omar, entonces responsable de la seguridad preventiva en Hebrón, marzo de 2007.

(2) Hicham hace aquí referencia a los enfrentamientos entre Hamás y Fatah en Gaza durante el verano de 2007.

(3) Ver especialmente Julien Salingue, La Palestine d’Oslo , Cahiers de l’Iremmo, L’Harmattan, 2014.

(4) Michel Foucault, «Le jeu de Michel Foucault», Dits et écrits , tome 2 , Paris, Gallimard, 1994 (1977), p. 298-329.

(5) Entrevista a Jihad Abu Omar, op. cit .

(6) Hasta 2004 no se organizaron elecciones municipales. Los alcaldes eran nombrados o reconocidos por Yasser Arafat.

(7) En esta introducción la expresión «las ONG» designa a las principales, es decir, a las que perciben la mayoría de las ayudas internacionales y emplean a la mayoría de los trabajadores. Tendremos ocasión en la obra de establecer una tipología más precisa.

(8) Sobre un total de alrededor un millar para 30.000 trabajadores.

(9) Con algunas notables excepciones sobre las que tendremos ocasión de volver en la obra.

* Julien Salingue, La Palestine des ONG. Entre résistance et collaboration, Paris, La fabrique, 2015, 219 p., 12€.

Fuente: A lire : un extrait de "La Palestine des ONG", de Julien Salingue

Fuente: Julien Salingue, Contretemps / Rebelión (Traducido del francés para Rebelión por Caty R.)

Umm al-Hiran: Crónica de una desaparición

Umm al-Hiran: Crónica de una desaparición

Situada a 8 km al noreste de la localidad reconocida de Hura, Umm al-Hiran se encuentra entre los pueblos beduinos en el desierto de Negev en riesgo de ser demolidos.

Vista de la aldea beduina de Umm al-Hiran. Los residentes de la aldea se niegan a trasladarse a la localidad cerca Hura, diciendo que tal zona urbanizada no es adecuada para su modo de vida agrícola

Lleva el nombre del valle por el que pasa, Umm al-Hiran es el hogar de cerca de 500 residentes de la tribu de Abu al-Qian.

Tras la Nakba en 1948, la tribu se vio obligada a abandonar sus tierras ancestrales en una zona cercana a Rahat, la mayor ciudad beduina en el Negev.

Un letrero instalado por las autoridades israelíes informa los planes de construcción de una nueva ciudad judía de Hiran, que será edificada en la parte superior de Umm al-Hiran. Los residentes de la localidad ya han recibido las órdenes de demolición de sus casas para allanar el camino para la construcción.

Desde entonces, la tribu de Abu al-Qian ha sido desplazada en varias ocasiones hasta que posteriormente se establecieron en la ubicación actual y fundaron el pueblo de Umm al-Hiran.

En 1997, una fuerte tormenta destruyó todo el pueblo. El ministro israelí de Infraestructura visitó la zona y ordenó a los aldeanos construir nuevas casas de piedra para su protección. Estas casas, sin embargo, no se les concedieron los permisos de construcción.

El plan maestro para la construcción de la ciudad de Hira se aprobó el año 2003. Desde entonces, el Tribunal Supremo de Israel ha rechazado muchas veces las apelaciones interpuestas por los residentes de Umm al-Hiran contra la destrucción de su pueblo.

A pesar de que la reubicación de Umm al-Hiran en la zona actual era una orden específica de las autoridades israelíes, ahora después de 60 años, los residentes del pueblo están una vez más en al borde del desarraigo.

En mayo de 2015, el Tribunal Supremo de Israel rechazó la apelación de los residentes de Umm al-Hiran contra la destrucción de su pueblo para la construcción de viviendas para un nuevo pueblo judío.

Los residentes de Umm al-Hiran se ven privados a los servicios básicos como agua potable y electricidad. Como resultado de esto, los residentes utilizan paneles solares para el suministro de electricidad. El suministro de agua proviene de tanques y con un valor elevado desde Hura, que está a  8 km

El Tribunal dio a conocer las resoluciones que la tierra pertenece al Estado y que los residentes de Umm al-Hiran no tienen derecho a vivir allí.

Los residentes de Umm al-Hiran ya han recibido órdenes de demolición y se les ordenó desplazarse a la localidad beduina de Hura, donde las condiciones de vida ya están sobrecargadas y la infraestructura subdesarrollada.

“Si demuelen nuestras casas, no tendremos dinero para construir otras nuevas”, indicó Ahmad Abu al-Qian, residente de Umm al-Hiran

Umm al-Hiran se encuentra entre las 46 aldeas beduinas no reconocidas en el Negev por las autoridades israelíes. Esos pueblos no se ven en el mapa y, como tal, están privados de las necesidades básicas como el agua potable y electricidad.

En Umm al-Hiran, los niños tienen que viajar a la cercana aldea beduina de Hura para asistir a la escuela. Los índices de pobreza y desempleo en las comunidades beduinas del Negev se encuentran entre las más altas de Israel.

Fuente: Umm al-Hiran: Chronicle of a disappearance

Copyleft: Toda reproducción de este artículo debe contar con el enlace al originalinglés y a la traducción de Palestinalibre.org

Fuente: Bao Yen, Palestine Monitor / Traducción: Palestinalibre.org

Palestinos y el BDS: Enfrentando amenazas

Palestinos y el BDS: Enfrentando amenazas

Los palestinos que viven en Israel reactivan el Movimiento a favor del Boicot, la Desinversión y las Sanciones. ¿Cómo puedes boicotear a Israel cuando estás viviendo allí?

Palestinos llaman a un boicot de los productos israelíes en la ciudad cisjordana de Naplusa, en febrero. Foto: Nedal Eshtayah / APA

Desde hace bastantes años ya, los ciudadanos palestinos en Israel vienen luchando con esta cuestión. En 2012 se publicaron una serie de directrices sobre cómo apoyar el Movimiento a favor del Boicot, la Desinversión y las Sanciones (BDS) en apoyo de los derechos palestinos. Pero la represión israelí, incluyendo los intentos de criminalizar las actividades del BDS, impidió que tuvieran un impacto mayor.

A finales de febrero se celebró en Nazaret la primera de las conferencias para estudiar cómo los 1,6 millones de ciudadanos palestinos en Israel podían participar en el movimiento del BDS.

“Los ciudadanos palestinos en Israel tenemos un importante papel en el movimiento del BDS, pero aún no hemos resuelto cuál es exactamente ese papel”, dice Raya Naamneh, una de los organizadores del evento. “Por tanto, estamos dispuestos a iniciar la discusión”.

A muchos palestinos del país les resulta imposible evitar la totalidad de productos o compañías israelíes. A menudo no se dispone de alternativas para poder comprar alimentos que no sean israelíes o aceptar empleos que no provengan de patronos israelíes.

Para compensar el hecho de no poder tomar parte plenamente en el boicot económico, se sugirió que los palestinos en Israel podían en cambio centrarse en potenciar el boicot académico y cultural a Israel.

Discriminación

Raja Zaatry, integrante del grupo fundador del Comité 48 del BDS, recomendó, por ejemplo, que los palestinos emprendieran una campaña contra la Universidad Ariel.

La Universidad Ariel es una institución israelí que se ha instalado en la Cisjordania ocupada y que intenta presentar una imagen falsa de sí misma. Al subrayar que unos pocos centenares de palestinos estudian allí, la universidad intenta distraer la atención de su implicación en un proceso de colonización que niega a los palestinos sus derechos básicos.

Los palestinos que siguen sus cursos se refieren al Israel actual como “48”; “48” en referencia a 1948, el año en que se estableció Israel en medio de la Nakba, el desplazamiento forzoso de aproximadamente 750.000 palestinos.

Los palestinos que continuaron viviendo en Israel tras su imposición como Estado han tenido que enfrentarse a una discriminación sistemática. Poner fin a esa discriminación ha sido una de las demandas fundamentales del llamamiento palestino al BDS, que se lanzó en 2005.

Un nuevo informe de Adalah, el grupo que defiende los derechos de los palestinos en Israel, indica que la situación está empeorando. El informe enumera una serie de medidas nuevas diseñadas para reforzar la represión contra los palestinos que se resisten a las políticas del apartheid israelí.

Entre ellas están las normas para “detener y cachear”, que dan a las fuerzas israelíes poderes extraordinarios para acosar a los palestinos y sentencias de prisión obligatorias para los acusados de lanzar piedras o actos similares.

Amenazas

Los activistas han sido también objeto de las medidas represivas de Israel en el pasado reciente. En 2011, Israel introdujo en su legislación una ley anti-BDS. La ley convierte los llamamientos a favor del boicot contra Israel en un delito. También permite a las empresas e instituciones demandar y reclamar compensaciones a quienes insten a un boicot.

Aunque no se ha presentado ningún litigio en función de esa ley, ha tenido un efecto inhibitorio en la libertad de expresión dentro de Israel.

Eso quedó claro antes de la conferencia de Nazaret. La policía amenazó a sus organizadores y el propietario del lugar donde se celebró recibió llamadas telefónicas hostiles.

Raya Naamneh previó que esas tácticas iban a continuar. Que, probablemente, la policía identificaría a las personas que jugaran un papel destacado en la conferencia y que “no iba a perderlas de vista”.

Pero los activistas del BDS están decididos a no dejarse intimidar.

Najwan Berekdar, otro de los organizadores de la conferencia, dijo que los ciudadanos palestinos de Israel ya no se sienten tan aislados como antes. La comunidad palestina en Israel es “parte inseparable de la sociedad y la lucha palestina”, dijo a The Electronic Intifada.

Normalización del debate

La conferencia de Nazaret contó con el apoyo de los políticos palestinos.

“El boicot es una respuesta ante la ocupación y la grave discriminación”, dijoMuhammad Barakeh, antiguo miembro del parlamento de Israel, la Knesset. “Es un método legítimo de resistencia no violenta”.

Una de las cuestiones que se debatió acaloradamente durante la conferencia fue si los palestinos deberían presentarse a las elecciones en la Knesset. Algunos palestinos sienten que al hacerlo así se ayuda a “normalizar” la injusticia.

No obstante, no hay consenso entre los palestinos en Israel respecto a boicotear o no las elecciones a la Knesset. Es uno de los temas en los que hay que seguir trabajando.

Aunque sin duda tendrán que enfrentar muchos obstáculos, los esfuerzos continuarán. Los ciudadanos palestinos están decididos a jugar un papel activo en el Movimiento del BDS, porque son inseparables de la lucha integral palestina por la libertad.

Yara Hawari está a punto de doctorarse por la Universidad de Exeter. Vive en el ocupado Jerusalén Oriental.

Esta traducción puede reproducirse libremente a condición de respetar su integridad y mencionar a la autora, a la traductora y a Rebelión como fuente de la traducción.

Fuente: Braving threats, Palestinians in Israel revive boycott

 

Fuente: Yara Hawari, The Electronic Intifada / Rebelión (Traducido del inglés para Rebelión por Sinfo Fernández.)